jueves, septiembre 22, 2005

Batallas

El telón se ha abierto, la taquilla se vendio completa. Teatro lleno. Mis actores estan nerviosos, no saben como enfrentarse al público. Aqui es donde empieza mi actuación...
Salgo a escena muy embadurnado de mentiras, cubierto del aceite de la indiferencia, escupido con saliva de hipocresía. Me desenvuelvo muy bien entre estos personajes, salto de uno a otro sin ningún tipo de problemas. De pronto, el miedo me alcanza y entro en shock escénico.
La razón del mismo es la cantidad de mentiras que salen de mis labios, afloran como arboles en primavera. Miedo a quedarme para siempre encerrado en esta función. Miedo a no poder sacarme nunca este disfraz de acero. Ya no puedo.
Salgo de escena dejando en el aire al resto de actores, se miran a los ojos sin saber que hacer, como seguir un dialogo y terminar de soltar mas puñales. He regresado, nuevo y recargado. Se quedan atónitos cuando empiezo a descargar mi furia frente a esto que tanto odio, y sin embargo antes no podia vivir sin esto. Hoy he descubierto que la gente si puede cambiar, pero solo cuando le tocan algo que se ama. Nuestro publico empieza a abuchear, y en un instante de entereza, les pido que se retiren si no les gusta mi forma de decir las cosas. El acero se ha hecho mas fuerte, pero las mascaras me las quite para siempre. Teatro vacío.
Ahora la pelea en con mis actores, con aquellos con los que he convivido mas de 10 años, pero que no conozco, que me han sido indiferentes hasta ahora. Pero las circunstancias cambiaron, estamos en la recta final de una gira llena de triunfos. También de derrotas. Mis compañeros van cediendo, y poco a poco se dan cuenta que las mascaras que llevan puestas son solo para protegerse del miedo de quedar en ridiculo. Se las van quitando. Descubren que todo que creían era SU mundo, no es mas que una pequeña burbuja de cristal en la que cada de uno de nosotros vivían.
Ya no hay mas máscaras. Solo tenemos puesto nuestro traje de acero. Un traje que nos proteje. Que si bien no nos hace mas fuertes, tampoco nos deja vulnerables.
La siguiente batalla, es contra nuestro Dios.
He vuelto.

No hay comentarios.: