jueves, abril 03, 2008

Estupro

Con ese freco olor de pasto recién cortado que usualmente no llega hasta mis ventanas, me he desperado. Es tarde para llegar a clases. Hoy es jueves y recuerdo que entro una hora mas tarde, he tenido suerte de haber escuchado el sonido ensordecedor de la podadora del vecino.
El vecino tiene por costumbre molestar con ruidos molestos a toda hora del día, nadie dice nada. Es una conducta habitual entre los residentes de estos edificios militarizados hacer toda la bulla que uno desee sin recibir alguna queja de parte de alguien, y si se diera el caso puedes limitarte a dar media vuelta y hacerte de oidos sordos.
El caso es que el sonido me despertó una vez mas. Lo curioso de esto es que por primera vez puedo certificar el objeto que lo produce, son pocas (muy pocas a decir verdad) las ocasiones en las que he podido vislumbrar estos objetos. Mi vecino vive con su hermana y su pequeño sobrino, un niño de 5 años aproximadamente. Su nombre es Gonzalo, el papá del niño se encuentra trabajando en el interior del país y solo lo he visto 4 veces en todo el año pasado, en lo que va del año no se ha acercado a visitar a su hijo.
Por otra parte, a mi vecino no se le conoce mujer, novia, novio o algo parecido. Se dice que es un hombre de Dios, fiel servidor y hombre célibe. No pregunten como es que me he enterado de estas cosas pero las bodegueras siempre hablan de mas (ellas lo consideran un hombre respetable y enigmático). Jorge (como se llama mi vecino) me saluda amablemente cuando salgo por la ventana a ver la procedencia del ruido, su sonrisa es amplia y amistosa. Quién como él -pienso- un hombre sin preocupaciones, no debe tener muchos secretos.
Nada mas lejos de la verdad, pero hasta ese momento yo no sabía nada. A Gonzalo siempre lo vi como un niño introvertido, en cierta ocasión hasta lancé la hipótesis de un posible autismo leve. Converso mucho con su mamá, cada vez que no tengo nada que hacer le toco la puerta para tomarnos un café y conversar, tiene apenas 25 años y parece que hubiera vivido mas de 40; su cara esta marcada por severas líneas de expresión y sus manos con las venas saltadas y con la piel arrugada, pero eso no importa. Conversamos, como dije, casi todos los días en las tardes. En ciertas ocasiones Gonzalo nos acompaña en la mesa e intento conversar con él pero incluso reuye de mi mirada.
Cierta vez lo oí llorar pero pensé que no sería mas que un berrinche de niño engreído, pues debo decir que Gonzalo es uno de los niños mas engreídos que he podido ver a lo largo de mi desarrollo. Después de dicho llanto uno de los acostumbrados sonidos de Oscar empezó, supongo que en esta ocasión era la licuadora. Muchas veces pasaban estas cosas, sin una razon aparente Gonzalo lloraba y un fuerte sonido, generalmente de electrodomésticos, empezaba.
Cuando llego a casa despues de clases mi sorpresa fue mayor, Gonzalo lloraba inconsolablemente pero esta vez no habia ruido que apagara sus gritos. Sólo lloraba, no decía mas nada. Mi preocupación por el niño fue mayor que las reglas que mamá me enseño de pequeño: Los asuntos de los demas, son asuntos de los demás. Decido cruzar y tocar la puerta, Gonzalo seguía llorando y nadie me abría la puerta, sigo tocando. Siguen sin abrirme. Empieza el pánico, entro en miedo y pienso lo peor pero a los pocos minutos la puerta se abre y es Jorge, con el dorso desnudo y sólo un boxer.
¿Qué pasa?, pregunta toscamente. Solo quería saber que pasaba, pensé que el niño estaba solo y podía haberle pasado algo -le digo, a modo de disculpa-. Ya ves que todo esta bien, ahora dejame descansar. Jorge intenta cerrar la puerta pero como acto reflejo, veo el boxer que tiene puesto y vislumbro una mancha roja, una mancha de sangre. ¿Qué te ha pasado?, pregunto. No es problema tuyo -responde. No es el mismo Jorge que conozco, no es el mismo tipo que en la mañana me saludó cortesmente y su mirada tiene un tinte maníaco. Gonzalo seguía llorando, creo que fue su llanto lo que me impulso a entrar al departamento, empuje la puerta con toda la fuerza que pude haber sacado, ingresé hasta el dormitorio del pequeño y la imagen fue desgarradora.
Sobre la cama, desangrandose, estaba el niño. Llorando desconsoladamente, no sabía que hacer. Jorge había entrado en la habitación detras de mí y solo atino a decir: "Fue culpa suya, él me incitó". No se de donde saqué las fuerzas necesarias pero le propine un golpe en el pómulo derecho, al punto que lo hice trastabillar y cayó sobre su espalda. Cargué al pequeño y lo baje del edificio lo más rapido posible, me acerqué a la tienda del primer piso mientras Jorge seguía en el departamento, probablemente pensando en la mejor forma de escapar.
La señora de la tienda llamó a la policia, llegaron en menos de 5 minutos y se lo llevaron al hospital mas cercano. Lo acompañé como un buen amigo, hasta que su madre llegó. Lloraba sin poder entender aún como su hermano habia sido capaz de hacerse eso a su propio sobrino, ví en sus ojos una mirada de rabia que pocas veces he visto antes. Fuimos a buscar a Jorge a la carceleta de la comisaría del distrito, lo encontramos dando su manifestación. No vi ningún rasgo de remordimiento en él, María se lanzó sobre él y empezó a golpearlo; los policías no hicieron nada y Jorge se dejaba golpear, supongo que pensaba que era su forma de resarcir su delito pero no estaba mas equivocado que yo cuando pensé que era un buen hombre.
No hay nada que me cause mayor repudio que un violador. Un hombre que es capaz de violentar a un niño, niña, adolescentes, mujeres, etc. no merece el perdón de la sociedad; gracias a nuestras (pocas veces atinadas) leyes, el estupro esta penado con 30 años de cárcel. Espero no volver a ver a Jorge por aquí nunca mas.
María y Gonzalo se han mudado poco tiempo después de lo sucedido, María agredeció infinitamente que hayamos ayudado a su hijo pero seguía sintiendose culpable, sabía que por su falta de cuidado habia sucedido todo. Estan yendo a terapia y eso es lo mejor para poder eliminar los estragos de la violación.
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Señores, no confien el cuidado de sus hijos a personas que no sean ustedes mismos. La gran mayoria de violaciones se originan en el hogar y hay muchos antecendentes para que esto se de, entre ellos: maltrato infantil, violencia intrafamiliar, conviviencia con padrastros y hombres de la tercera edad, toximanía con alteracion de la conciencia, madres solteras o con enfermedades, niños y adolescentes con capacidades especiales. Estan son algunas de las variables con mayor incidencia en un estudio de 6 años consecutivos, que también arrojó que son las niñas y niños entre los 7 y 12 años mas vulnerables para ser violados y en ese rango de cada 58 casos, 55 son niñas. En el Perú, diariamente se dan un promedio de 30 violaciones.
De la sociedad depende contraarrestar este hecho delictivo, promoviendo programas de educación a la población en general y en especial a los individuos con mayor índice de riesgo. Cuiden a sus niños, a sus niñas, a su familia en general.

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