Silencio está regresando de una larga travesía que tuvo que hacer para encontrarse. Hoy ha vuelto, pero se que no es el mismo. Ha dejado cosas atrás, a encontrado algunas nuevas. Ha olvidado antiguos renconres y quiere empezar de nuevo. Es imposible, le he dicho; mas no quiere escucharme y esta cegado con su nuevo amor llamado Bullicio.
La señorita Bullicio solo lo confunde y trata de evitar todo contacto con la cruda realidad, lo eleva hasta los confines del cielo y luego lo hace bajar en un magestuoso paracaidas. Bullicio está preocupada, sabe que no podrá mantener escondido al Silencio por mucho tiempo, en cualquier momento él volvera a hablar conmigo. Ella lo sabe y tiene miedo.
Lo importante es que Silencio ha regresado, viejo y sin recargar, diría que mas cansado que antes, con mas tensiones y preocupaciones, pero el también sabe que yo lo necesito. Sabe que sin él mi burbuja se rompe y queda distribuida en pedazos de cristal por todo el ambiente. Pedazos de cristal imposibles de recuperar, que quedan dentro de cada uno, clavados como una diminuta astilla en la pata de un elefante. Imperceptible a la vista, pero sensible al alma.
Un alma que está a punto de quebrarse, de llorar y romper sus párpados con lagrimas de sal. Lagrimas que lloraron la partida de Silencio, lagrimas que lloran su venida.
Una venida que mas bien es una despedida de su antiguo mundo, ha regresado para burlarse de todos aquellos que alguna vez confiamos en él, para delatarnos con sus miradas sedientas de venganza, miradas llenas de rencor, impotencia, victoria.
Es irreconocible, ya no es el mismo desde que conoció a Bullicio y aprendió a hablar. Cree ahora que la mejor solución es decir lo que sale de uno. Departo con ambos, pues como dice Sanz, el dolor cuando es por dentro es mas fuerte y no se va a aliviar con decirselo a la gente.
No me digas que es lo que debo de hacer, me ha dicho. He callado frente a sus gritos, he bajado la cabeza y mordí mi lengua por enésima vez. Las llagas se han vuelto a abrir. La sangre corre por entre mis dientes y escupo una substancia rojiza, la veo y nauseas me da.
Bullicio ha alejado de mi al Silencio. Me causa temor.
Adiós Bullicio, llevate lejos al Silencio.
Cuando por fin te aburras de él, mandalo de regreso con los ojos sin vendas y las manos sin ataduras, para que vea como es la triste realidad, para que entienda que es mejor callar.
Lloro por ti, lloro por mi, lloro por ambos.
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